Se trata de
una corona imperial compuesta de canasto con imperiales y ráfaga. La pieza,
concebida en un estilo barroco rococó, se articula partiendo de una base
arquitectónica compuesta por moldurones y placas con inclusión de broches
engastados. Sobre esta base parte el canasto en estilo rocalla compuesto por un
juego de “ces”, pellejinas y cartelas de nácar tallado con escudos y símbolos
relacionados con la Hermandad que circundan todo el perímetro. Partiendo del
canasto emergen cuatro ángeles, portando el del frontal el corazón traspasado
de María por los siete puñales, como simbología de la advocación de la
Santísima Virgen de los Dolores, y un corazón realizado con piedra de la cuesta
de Belén el de la trasera, como guiño a uno de los enclaves más queridos en el
recorrido de la cofradía cada Miércoles Santo así como muestra del amor que la
ciudad de Sanlúcar lleva mostrando durante siglos a la Dolorosa de la Trinidad.
Por su parte, los ángeles laterales, enlazan sus manos con los ángeles que
surgen del resplandor, como gesto de cariño, amor y afecto entre hermanos, base
de la religión cristiana. Los imperiales que parten del canasto se conforman en
base a dos diseños distintos: cuatro imperiales cincelados con decoración de
pellejinas y estrellas de circonita blanca tallada, y entre ellos otros cuatro
imperiales más delgados, también compuestos a base de elementos rocalla y
engastes de piedras. De la unión de todos los imperiales en una azucena surge
la bola del mundo labrada en cristal tallado, que une el canasto con el
resplandor, compuesto este de “ces”, pellejinas, nubes y cartelas de nácar
tallado con escenas de los Siete Dolores de la Santísima Virgen. Además,
aparecen cuatro ángeles como son los dos antes mencionados que unen sus manos
con los del canasto, y otros dos que portan ramos de azucenas, flor alusiva a
la pureza de María. Bordeando el resplandor se muestra el juego de rayos
compuesto por rayos rectos en dos niveles, unos dorados y por delante otros
plateados, y rayos flamígeros. El conjunto lo remata la cruz, símbolo del
cristianismo y por ende, de la fe católica.
La corona, concebida siguiendo las técnicas de
orfebrería tradicional como son el repujado y cincelado, la fundición y el
engaste a buril, se haya realizada en oro de ley con terminaciones en bicolor,
habiéndose utilizado soldadura de oro de ley para la unión de las piezas que
conforman todo el conjunto. La obra incluye incrustaciones de piedras preciosas
engastadas a buril, siendo estas circonitas blancas y zafiros, así como rubíes
en el corazón traspasado. A su vez contiene elementos de nácar natural y cristal
de roca para la bola, así como la antigua piedra de adoquinado de la vía
pública que ha servido como base para tallar el corazón que porta el ángel
trasero del canasto.
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