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domingo, 7 de febrero de 2021

¿Caín nació en Córdoba?

  

  Muchas veces me he preguntado por qué es tan complicado trabajar para esta ciudad. Salvo honrosas excepciones todos los proyectos artísticos de los que he formado parte en mi propia tierra, en la Córdoba de mi alma, han sido un sufrimiento constante. Me ha costado insomnios, dolores de cabeza y malestar. Todo son complicaciones y obstáculos de todo tipo. Siempre tengo la sensación que desde el principio hay algo, por no decir alguien, que se me enfrenta a muerte. Mi familia lo sufre igual que yo, aunque a decir verdad nos lo vamos tomando con el humor que da la experiencia y la tranquilidad de conciencia.

  A qué se debe esto no llego a explicármelo del todo más allá de las consabidas hipótesis a las que no quisiera hacer caso. Es una sensación más que desagradable constatar que la fluidez con la que surgen y se desarrollan nuestros trabajos en el resto de la geografía nacional se vuelve palos en las ruedas en lo que hago para mi propia casa.

  El último ejemplo es de ayer mismo. Adalides de la infalibilidad (así en plural porque me consta que aunque uno ha sido empujado a dar la cara, no es cosa suya en realidad), de la verdad absoluta y del más que refinadísimo buen gusto, poco menos que tachan de despropósito y elucubración de una mente ávida de protagonismo y soberbia un proyecto en el que hemos puesto todo nuestro cariño y tiempo desde el primer momento en el que se nos hizo partícipes.

  No Rafa, no, mi ego no necesita imponerse en ningún sitio. Cuando la Hermandad de la Expiración  de Córdoba me llamó, porque yo por mi cuenta y riesgo nunca osaría proponer nada a nadie, para “colaborar” en el diseño de un nuevo paso para su Titular, que es de lo que estamos hablando desde el principio, lo único que pedí fue que se creara una comisión de estudio, comisión que creó la junta de gobierno y en la que me integré como uno más. En esa comisión se presentaron y debatieron ideas que cada uno fue aportando precisamente para asegurarnos que hubiera un suficiente consenso al respecto, porque sé fehacientemente que hay personas, y en las cofradías abundan, que siempre se creen con la verdad absoluta y siempre tiene que hacerse lo que ellos digan. Se hicieron bocetos, se fue gestando un proyecto poco a poco, paso a paso. Se le dio un fundamento teológico y simbólico sustentando lo meramente estético, todo en común. Finalmente se presentó al dictamen de todos los hermanos de la corporación que de manera mayoritaria lo aprobó en cabildo, que no sé desde que pedestal se atreve nadie a cuestionar. Yo no entiendo de políticas internas, yo no tengo porque entrar en ninguna dinámica de enfrentamientos de poder, solo colaboré,  vuelvo a repetir humildemente, cuando se me solicitó.


   

  Cuando uno se enfrenta al reto del papel en blanco siempre tiene dos opciones básicas, o se siguen repitiendo modelos más o menos maquillados cambiando una hojita por aquí y colocando unas figuritas por allá (obviamente la opción fácil que creo con total modestia que si hubiera sido la indicación de la junta hubiéramos podido desarrollar), o bien se intenta crear algo distinto, algo que no se haya hecho ya. Esto sin duda es lo más difícil y por lo que se optó, también es lo más arriesgado y valiente. Hay quien se sigue empeñando en copiar todo, y si algo no se parece a algún modelo conocido de la “capital” ya no vale. Que somos una hermandad seria de esparto, pues hay que copiar a los Estudiantes; que somos de “bulla”, pues entonces a “las Esperanzas”... Pero nadie se fija en el maravilloso paso de Carretería, pocos hablan del palio de la Palma… son rarezas en el globalizado arsenal de ideas preconcebidas del cofrade postmoderno. Ahí sigue brillando la chispa de la inspiración creativa. Allá por los años sesenta seguro que le dirían de todo a Juan Miguel Sánchez por diseñar ese manto y esas bambalinas para Nuestra Señora de los Ángeles, con lo fácil que hubiera sido ir rotando hojas “juanmanuelinas” para componer otro palio mas, y gracias a eso al ir revirando en una esquina sabemos fehacientemente que el palio que se acerca es el de Los Negritos. Todo eso, entiéndaseme bien, desde la mayor de las distancias.      

  Damos gracias todos los amantes del arte que los hermanos de Pasión en su día no se decidieran por arreglar su antiguo paso, o que a tu admirado Rodríguez Ojeda no le tuvieran durante toda su vida profesional restaurando y pasando palios anteriores, de nuevo salvando todas las distancias. O más cerca de nosotros, ¿por qué no se critica el decidido cambio que supuso el nuevo paso del Santo Sepulcro, con nueva estética manierista y dorado a más inri?.

  Esos mismos señores que saben de todo creen desde su soberbia que han llegado a la cumbre de la perfección y que el fin de la historia ha llegado, al menos en lo que a la estética cofrade se refiere. Ellos piensan que desde el origen de las manifestaciones públicas de fe todos sus predecesores han estado bordando, tallando, cincelando, creando… pero imperfectamente. Todo eran tanteos hasta llegar a la perfección que, por casualidad, es el tiempo en que a ellos les ha tocado vivir. Eso sí es soberbia, pero soberbia revistiendo una gran incultura. Le pese a quien le pese todo evoluciona, y estoy convencido que la Semana Santa de dentro de un siglo será distinta a la actual, en estética y en todo, para bien o para mal.



  Otro argumento utilizado contra el nuevo paso es su falta de integración en la estética del conjunto de enseres de la cofradía, algo que entiendo menos aún. Primero porque personalmente, pero eso es también cuestión de gustos, no creo que una cofradía deba ser un conjunto monolítico diseñada desde la cruz de guía hasta el carro de la escalera. A mí me parece que es bonito que la cofradía nos hable en la calle de su historia, de su evolución, de muchos discursos dentro del gran y principal mensaje salvífico. Eso sin duda aporta riqueza y belleza a nuestros cortejos procesionales. Quizás algunos diseñadores lo que pretendan sea precisamente que se les encargue ese trabajo de diseñar todos los guiones de manera homogénea y según su gusto, aunque acusen a otros de imponer el suyo. Aparte, ¿quién puede decir que la estética rococó esta fuera de sitio en el cortejo de la Expiración de Córdoba?, ¿su juego de ciriales no es de ese estilo?, ¿su juego de varas no recrea las típicas dieciochescas?, ¿de qué siglo es la imagen del Santísimo Cristo de la Expiración?, ¿Cómo que no encaja en la línea de la hermandad un paso caoba y plata de estilo rocalla? Otra cosa es que no guste su diseño, más allá de la manía que me pueda tener alguien, que lo respetaré siempre. Pero en cuanto a estilo… ¿entonces por qué le diseñaste unas potencias rococó al Cristo si no encaja en esa estética?.

  Siempre he sido consciente que no le puede gustar a todo el mundo lo mismo y que siempre hay que estar abierto a las críticas, pero por favor, solo pido un poco de respeto. Respeto con el que yo procuro comportarme. Córdoba rebosa arte, sé que existe mucha competencia y son tiempos duros pero eso no es excusa para traspasar una línea ética que yo nunca me permitiría. Admiro y aplaudo el buen trabajo de mis colegas y me guste o no me guste el trabajo de nadie pocas veces he osado criticarlo. Sé lo duro que es nuestro trabajo, las horas que son necesario echar para conseguir un salario más o menos comparable al de otras profesiones. Sólo eso merece mi más profundo respeto y procuro ayudar en lo que puedo a mis colegas y a las hermandades que me lo piden como en este caso, a costa de mi tiempo y por tanto, mi dinero, que para un autónomo es lo mismo. Muchos se han aprovechado de nuestra falta de compañerismo y unidad, ya va siendo hora de cambiar esos modos. Sin duda todos saldremos ganando.  




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